Relata un cuento zen que en un monasterio había un discípulo que desafiaba siempre a su maestro. Cierta vez, ocultando a sus espaldas a un ave que sostenía en las manos, el discípulo se paró desafiante ante el maestro y le preguntó:
<<Maestro, aquí detrás de mi tengo un ave. Dígame Usted que lo sabe todo: ¿está viva o está muerta?>>
(De tal modo, si decía que el ave estaba viva la ahorcaba, y si decía que estaba muerta abriría sus manos y la dejaría volar).
El maestro lo miró a los ojos con respeto y compasión, respiró profundamente y con mucho amor le respondió:
<<Eso depende de ti. La solución... está en tus manos!>>
-Anónimo
Liliana Franco
Quiero platicar® Coaching
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