Cuentan que una vez, en un pequeño pueblo, un niño entró a una tienda y pidió permiso al dueño para hacer una llamada.
Al niño se le escuchó decir:
- ¡Hola, buenas tardes! ¿Es aquí donde necesitan un jardinero? ¿No?...
Vaya… ¿Ya tienen uno?... Comprendo… Bueno, es que soy muy bueno, y si no están satisfechos, yo podría… Ok, comprendo, sí lo están. Bueno, otra vez será.
Tras colgar el teléfono, se dispuso a salir de la tienda.
El dueño, que, sin querer, había oído la conversación, quiso consolar al niño:
-No desesperes; ya encontrarás trabajo.
A lo que el niño le respondió:
-¿Trabajo? ¿Quién busca trabajo?
El dueño de la tienda le sonrió y con ternura le respondió:
-No debes tener vergüenza por ello.
El niño lo miró risueño a los ojos y le dijo:
-¡Yo soy el jardinero de esa casa!... Sólo quería saber qué tal estaba haciendo mi trabajo.
Cuentos populares.
Liliana Franco
Quiero platicar® Coaching
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