El día de hoy quiero compartirte un cuento; de esos que me resultan interesantes, graciosos y que dejan un aprendizaje para la vida.
Cuento de Jorge Bucay "El ladrillo boomerang"
Había un tipo que andaba por el mundo con un ladrillo en la mano. Había decidido que a cada persona que lo molestara hasta hacerlo rabiar, le tiraría un ladrillazo.
Método un poco troglodita pero que parecía efectivo, ¿no?
Sucedió que se cruzó con un prepotente amigo que le contestó mal. Fiel a su designio, el tipo agarró el ladrillo y se lo tiró. –No recuerdo si le pegó o no. Pero el caso es que después, al ir a buscar el ladrillo, esto le pareció incómodo.
Decidió mejorar el “sistema de protección de ladrillo”, como él lo llamaba:
Le ató al ladrillo una cuerda de un metro y salió a la calle. Esto permitiría que el ladrillo no se alejara demasiado.
Pronto comprobó que el nuevo método también tenía sus problemas.
Por un lado, la persona destinataria de su hostilidad, debía estar a menos de un metro.
Y, por otro, que después de arrojarlo, de todas maneras, tenía que tomarse el trabajo de recoger la cuerda, que, además, muchas veces se ovillaba y se hacía nudo.
El tipo inventó así el “Sistema Ladrillo III”:
El protagonista era siempre el mismo ladrillo, pero ahora en lugar de una cuerda, le ató un resorte…
Ahora sí, pensó, el ladrillo podía ser lanzado una y otra vez, pero solo, solito regresaría.
Al salir a la calle y recibir la primera agresión, tiró el ladrillo.
Falló y volvió a fallar, porque al actuar el resorte, el ladrillo regresó y fue a dar justo en su propia cabeza.
El segundo ladrillazo se lo pegó por medir mal la distancia.
El tercero, por arrojar el ladrillo fuera de tiempo.
El cuarto fue muy particular. En realidad, él mismo había decidido pegarle un ladrillazo a su víctima y a la vez también había decidido protegerla de su agresión. Ese golpe fue enorme.
Nunca se supo, si a raíz de los golpes o por alguna deformación de su ánimo, nunca llegó a pegarle un ladrillazo a nadie. Todos los golpes fueron siempre para él.
“Sería útil para nosotros no enojarnos. Sin embargo, una vez que sentimos el problema, el enojo o el fastidio, el único camino que los resuelve es sacarlos transformados en acción. De lo contrario, lo único que conseguimos –antes o después– es enojarnos con nosotros mismos”
-Jorge Bucay
Liliana Franco
Quiero platicar® Coaching
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